martes, 21 de agosto de 2012

Pesadilla en Elm Street


Todos tenemos miedos. El miedo, según la Wikipedia "es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable provocado por la percepción de un peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Es una emoción primaria que se deriva de la aversión natural al riesgo o la amenaza, y se manifiesta en todos los animales, por ejemplo el ser humano. La máxima expresión del miedo es el terror. Además el miedo esta relacionado con la ansiedad. El miedo es un esquema adaptativo, y constituye un mecanismo de supervivencia y de defensa, surgido para permitir al individuo responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. En ese sentido, es normal y beneficioso para el individuo y para su especie". A mi siempre me ha dado miedo Freddy Krueger. Miedo más que miedo me da terror. El problema viene cuando me paro a pensar el porqué de ese miedo. Nunca he sido capaz de ver una película de la saga, siempre que aparece algún trailer cierro los ojos, y sinceramente si lo analizas fríamente el personaje es un Eduardo Manostijeras de pelo corto y con una camiseta bastante chula. ¿Entonces de dónde sale ese miedo? 

Quizá, ese miedo viene porque realmente lo que me aterroriza es que me puedan dominar sin yo permitir esa dominación. Freddy se mete en tus sueños y allí, en ese lugar inaccesible de tu mente, donde tú no tienes capacidad de decisión, te ataca, se te lleva y ya no despiertas más. 

Los sueños tienen connotaciones positivas. Siempre soñamos con aspectos de nuestra vida que deseamos cambiar, con vivir otras vidas o con un maravilloso futuro. Pero con Freddy dentro de tu cabeza el sueño se convierte en pesadilla. 

Yo, para cenar, siempre evito comer olivas, porque cuando las tomo tengo pesadillas y me da miedo que en una de ellas esté Freddy esperándome y no volver a despertar. 

Quizá mi pánico por ese personaje me viene de pequeñita. Recuerdo una vez que mi tía me dijo que había ido al Tibidabo. En ese lugar mágico para los niños, en medio existe el llamado Hotel Krueger: una casa del terror donde, a mi tía, le persiguió Freddy en medio de gritos, sudores fríos y de fondo sonando la famosa cancioncilla de la película cantada por un grupo de niñas terroríficas saltando a cuerda: " Uno dos, Freddy viene por ti; Tres, cuatro, cierra bien la puerta; Cinco, seis, toma el crucifijo; Siete, ocho, no duermas aun; Nueve, diez, nunca dormirás". Debió ser la manera de contar la historia, su cara o algo de sus gestos, lo que hizo a mi cabecita de niña de seis años pensar que esa sensación nunca la quería vivir, que ese hombre era demasiado malo, y que siempre lo evitaría. Y como siempre intentamos cumplir las promesas que nos hacemos a nosotros mismos pues ahora, a mis años, todavía evito al señor Krueger. 

Pero mi miedo a que Freddy se meta en mis sueños no me afecta solamente en no ver las películas, o evitar comer olivas, sino que va más allá. Cuando empiezas a crecer y llegas a la adolescencia, ese momento de la vida que muchas personas quieren borrar de su mente, si tienes un problema personal con Freddy Krueger todo va a peor. Primero porque evitas la comunicación con compañeros que hablan de "lo buena" que es la película, cosa que te hace inadaptarte socialmente. Y segundo, porque cuando llega carnaval solo piensas en quedarte en casa para evitar ver a Freddys de pacotilla paseando por las calles de tu barrio.

Yo la adolescencia ya la superé. Pero llega un momento en que te haces adulta, y sabes que las pelis son pelis, que en el Hotel Krueger del Tibidabo hay actores y en la temporada de Halloween de Port Aventura también. Sabes se que ese Freddy de pacotilla que para carnaval pasea por tu calle no es más que el pesado de tu vecino, y que los monstruos no existen. Eres adulta, sabes todo eso, pero igualmente solo imaginarte a Freddy sales corriendo estrepitosamente hacia algún lugar lejos de esa camiseta de rayas rojas y negras. 

He intentado superar mi miedo. ¡No penséis que no! El día de mi vienticinco aniversario decidí hacer una cena de cumpleaños con mis amigos más allegados en un restaurante del terror. Ese día justamente hacían especial "Freddy vs Jason". Pensé: "¡Vamos pa'allá! Soy adulta, no me tiene que dar miedo cenar con un grupo de actores disfrazados haciendo el payaso..." Pero en el fondo estaba cagadita. Tenia que enfrentarme a Freddy cara a cara, y lo peor... pensar que al enfrentarme a ese Freddy de pacotilla podía hacer que el Freddy real se apareciera esa noche en mis sueños y no volver a despertar. La cena al final no se realizó. Pese a mi enfado con mis amigos ya que me habían fallado una vez más, una sensación de alivio corrió por mis venas. 

Años después he vuelto ha intentar enfrentarme a Freddy. Un Halloween decidimos ir a Port Aventura, el parque de atracciones por excelencia de Cataluña, y que curiosamente está al ladito de mi casa. A mi pareja le encanta este parque y por casualidades de la vida no había ido nunca a celebrar la "fiesta de los muertos" ahí. Mentalmente preparada y bocatas en mano ponemos rumbo al Parque. El día transcurrió bien a parte de alguna incidencia con algún vampiro sediento de sangre. A media tarde, a mi novio se le ocurre hacer una cola de dos horas para entrar a una casa del terror, y yo decidida la hago con él. Sabía que no perdía nada en hacer la cola, le acompañaba ese rato y tenía tiempo para mentalizarme. Cuando por fin nos tocaba entrar a la atracción volvieron todos mis miedos. Le pregunté a el mayordomo de la casa, que era el que nos guiaba, si realmente daba mucho miedo y si me tocarían. Me preocupaba realmente notar las frías y afiladas cuchillas de Freddy rozándome la cara. El hombre, muy metido en su papel de mayordomo de la familia Monster, me contestó con voz lenta y profunda que si quería entrar que entrara, que yo misma, y que nadie me tocaría si yo no tocaba. Eso me consoló unos segundos, el tiempo justo para entrar. Ya arrepindiéndome y con mi pareja pegada a mi espalda y yo cogida de la mochila de un niño de diez años por delante empecé ha avanzar en medio de una espesa columna de humo que en el fondo sosegaba mi miedo ya que no me dejaba ver nada. Solo oía gritos. La visita a la casa se me hizo eterna esperando ver aparecer a Freddy. No tuve ningún susto relevante, al contrario, como entrábamos en grupo, todo el marrón se lo comieron los que iban delante. Al final del recorrido se empezó a oír una tempestuosa discusión. Cuando lleguemos al lugar de los hechos habían encendido las luces y estaban discutiendo una actriz medio disfrazada de niña del Exorcista y un hombre de mi grupo. El hombre la había pegado porque le había asustado. Todo un panorama. Y Freddy no apareció. 

Por la noche abrían un camino del terror nuevo. Una parte del Parque estaba habilitada para pasear entre monstruos y criaturas de la noche. Sabía que Freddy me esperaba allí. Me lo pensé dos veces y me rajé. 

Otro día, decidimos ir al Tibidavo. No hay mejor manera que superar tus miedos que cortándolos desde su origen. Y si mi tía me había atemorizado por una experiéncia suya en dicho parque de atracciones, lo mejor era ir a ver al famoso Freddy que persiguió a mi tía. Pasamos un buen día, entre tormenta y tormenta pudimos subir a alguna atracción, porque mejor día no pudimos elegir para ir. A media tarde nos encontramos de frente con el Hotel Krueger. El mal royo recorrió todo mi cuerpo. Ya desde la cola se sentían los gritos. Otra vez el miedo a enfrentarme a Freddy cara a cara y que por la noche entrara en mis sueños volvía a apoderarse de mi. Después de pasear unos diez minutos por los alrededores del hotel me volví a rajar. ¡No tengo solución! ¡La imagen de Freddy Krueger me dominará para siempre! 

Si lo paro a pensar, no ha habido ni una sola vez después de mis intentos fallidos de enfrentarme a las cuchillas del personaje, que haya soñado con él. Todo un alivio si queréis que os diga la verdad. 

Hoy creo que por fin he superado mi miedo. Oficialmente hoy puedo decir que he soñado con Freddy y... ¡estoy viva!. Ha sido todo muy raro... creo que he soñado con él porque ayer por la noche, mirando la programación de televisión, me pareció oír a mi pareja decir que hacían "Pesadilla en Elm Street". No le di ninguna importancia, pero esta noche he tenido un sueño bien raro con Freddy. 

No recuerdo exactamente como ha empezado, solo recuerdo que un Freddy aparecía en nuestra ciudad, la gente estaba atemorizada porque tenia ansias de matar. Tengo la sensación de haber estado corriendo toda la noche. Encima, mi querido señor Krueger estaba obsesionado con cogerme a mí ¡Encima!¡¿No había gente para encapricharse de mi persona?! En un momento me he visto encerrada en una habitación con él. La tensión se podía cortar con uno de sus cuchillos. La ansiedad me ha hecho encenderme un cigarrillo, y de golpe, Freddy ha huido. ¡Me ha dejado de ver! Freddy, mi Freddy, ¡es ciego!, se guía por el olor que hacemos las personas, y tiene el problema que el olor del tabaco hace inhibir el olor humano y entonces te deja de perseguir. Así que, ¡ya tengo la solución! Continuaré fumando, moriré de cáncer de pulmón, pero estoy salvada de morir en las garras de Freddy Krueger. ¡Mis sueños ya están a salvo!

A partir de ahora volveré a probar a enfrentarme cara a cara con el asesino del jersey de rayas. Volveré a Port Aventura, al Tibidabo y me enfrentaré a mi vecino disfrazado de Freddy de pacotilla para carnaval. Ya os explicaré la experiencia.

3 comentarios:

  1. Deberías ver la saga entera conmigo a tu lado. Te aseguro que lo verías con otros ojos. Si no, pregúntale a Ari... XD

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    1. Tendremos que proponerlo ahora que creo que ya estoy preparada... XDD!

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  2. Entonces???...todo este tiempo teniendo pesadillas y ahora resulta k eran la olivas? Jooooooe' patri esto se avisa antes!
    Jajjaja muuuy DIVERTIDA LA HISTORIA!

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